Heureux derrière le volant
Bientôt père
Lorsque je discute avec lui, dans le salon de sa spacieuse maison du centre ville, où il habite en compagnie de sa mère et de son actuelle compagne, - car même s’il n’est pas marié, il a une compagne jeune comme lui qui se trouve aujourd’hui enceinte et attend pour octobre prochain la naissance de leur premier enfant - il rit continuellement et arrose la discussion d'expressions facétieuses propres à la jeunesse.
Réussir ses rêves
Rouler mais aussi compter, toujours
Traduction : Rocio Guerrero
(Intertitres : rédaction d'Histoires Ordinaires)
Texte original
De contador a chofer
Con los números a cuesta
Aunque la contabilidad sea un importante campo de trabajo para cualquier persona, hay ocasiones en que es saludable cambiarla por otra actividad. Y este es el caso de Delvis, un simpático joven de 22 años, que ha decidido enrumbar su existencia de trabajo por otros derroteros bien distantes de aquellos para los cuales estudió.
Hijo de una bibliotecaria, que actualmente trabaja como vigilante nocturna en una institución educacional de la villa y de un albañil, para quien la construcción está indisolublemente ligada a su vida, Delvis cursó estudios hasta la enseñanza secundaria y posteriormente ingresó en el Instituto Politécnico de Economía, graduándose como Técnico Medio en Contabilidad en el año 2010.
Casi recién concluidos esos estudios y después de trabajar tres meses en el Hotel “Costa Sur” fue llamado a cumplir el Servicio Militar durante aproximadamente un año y medio, entre los años 2011 y parte de 2012 en un lugar conocido como “Loma de la Candela” situado en Topes de Collantes, regiónmontañosa distante unos 25 kilómetros de Trinidad.
En el año 2011 pasó cursos de chofer y obtuvo la licencia de conducción, primero para manejar automóviles y luego, para motocicletas, durante los meses de abril y agosto de ese año respectivamente.
De estatura más bien baja, algo fornido, ojos chispeantes y un hablar donde se mezclan a partes iguales los gestos y las palabras, Delvis es un joven cubano bastante atípico. A pesar de ser muy bromista y jovial, no le gustan las bebidas alcohólicas, no fuma ni baila, aunque sí le gusta mucho la música, especialmente el reguetón, ritmo bastante extendido entre la juventud.
Gracias a un amigo, que compró un automóvil para dedicarlo a alquiler, comenzó a trabajar como chofer de taxi a finales del año 2012. Este taxi brinda sus servicios tanto a nacionales como a turistas extranjeros que visitan Trinidad y con frecuencia, debe ir a La Habana a buscar clientes para trasladarlos a la villa, así como a otros muy variados lugares de la geografía insular, según las necesidades de quienes lo solicitan.
Para el ejercicio de esta actividad como conductor de taxi debe pagar una patente al Estado, la cual lo autoriza a desempeñar este trabajo de forma privada, a tenor con la actual legislación del país en materia laboral.
Aún cuando resulta paradójico, él me confiesa que le gusta esta actividad. Se siente feliz detrás del timón de un auto porque, a más de disfrutarlo, le proporciona unos ingresos económicos en moneda convertible que jamás podría percibir si trabajase por un salario como empleado del Estado.
De acuerdo al precio que sea abonado por el viaje, Delvis recibe un porciento, lo cual es, a su juicio, una buena remuneración. Más aún, si se considera que muchos de los clientes son turistas, quienes pagan ese servicio en moneda libremente convertible.
Mientras converso con él en el comedor de su espaciosa casa situada en el centro del pueblo, donde vive en compañía de su madre y su actual pareja, pues aunque no es casado, tiene una compañera, joven como él, que hoy se encuentra en estado de gestación y espera, para el próximo mes de octubre el nacimiento de su primer hijo, ríe constantemente y salpica la charla con esas jocosas expresiones propias de la juventud.
A mi pregunta de por qué ha decidido convertirse en un chofer por cuenta propia me responde, con el desenfado propio de sus años que: “me gusta manejar y además, me entra el dinero de modo más fácil, especialmente la moneda convertible o CUC”.
Me confiesa, con una enorme dosis de gracia, en la cual se mezclan la simpatía y el arrojo de la juventud, que sus principales ocupaciones son descansar y darle mantenimiento al automóvil, para tenerlo listo siempre. Y agrega con una frase bastante sugerente, que podría dar pie a un estudio del uso del idioma de los jóvenes que: “quisiera en un futuro coger un tubo de hierro (avión) para viajar, conocer otros países, trabajar y regresar a Cuba con dinero para poder tener una vida más confortable y a cubierto de las necesidades cotidianas de la existencia en la isla.
También me afirma que se siente realizado como chofer, aun cuando opina que algunas cosas dentro del país deberán cambiar, especialmente en el campo de la economía. Durante nuestra plática, acomoda a su compañera sobre las piernas y le acaricia el rostro.
Es, como todo joven, apasionado, algo alocado y en ocasiones áspero, pero revela ser tierno y enamorado. Amigos lectores de estas historias, Delvis es uno de esos cubanos que han decidido apostar por el trabajo por cuenta propia para subsistir.
Aún cuando todavía deba acostumbrarse a la idea de que muy pronto será padre, lo cual cambiará seguramente su actual forma de ver la vida, no puedo menos que sentir por él una admiración sincera. Él ha decidido lo que desea ser y siente que así va a lograr sus ilusiones. De su propio esfuerzo y seriedad dependerá el futuro suyo y de la familia
que ha formado.
A fin de cuentas, para Delvis, haber cambiado el buró y el ordenador por el timón de un automóvil expresa la voluntad de un ser humano que no ha sentido temor alguno de escoger un trabajo que, a su juicio, le es no solamente grato, sino también gratificante desde el punto de vista económico.
Al final, aunque no lo reconozca, la contabilidad le perseguirá. Porque deberá estar vinculado al cálculo de los kilómetros a recorrer, la cantidad de gasolina que precisa para los viajes, el importe que deberá cobrar a los clientes y otros detalles similares. Él no sabe, que aún cuando sea un conductor de taxi, seguirá eternamente atado a la contabilidad.